lunes, 1 de febrero de 2010

VOLVER A EMPEZAR

Si algo le ha costado siempre al Villarreal es destituir a sus técnicos. Valga como dato que en los últimos once años en primera, tan solo han perdido su puesto tres entrenadores. El primero Irulegui,  quien tras tres meses sin ganar y camino del descenso el primer año, era destituido. El segundo Víctor Muñoz, quien tras empezar la liga con muchas dudas, era destituido tras cuatro jornadas y tras caer en copa. Y el tercero fue Benito Floro, quien presentó su dimisión y le fue aceptada, tras una vuelta de campeonato.  De ello hace ya seis temporadas, que no se le cortaba la cabeza al entrenador. En las tres ocasiones desde el club la explicación siempre fue muy clara, no se destituye a un técnico por un resultado, ni por una serie de malos resultados. En el Villarreal se destituye a un técnico por las sensaciones que deje el equipo y estas deben ser claras y evidentes . Para destituir a un técnico la sensación que debe dejar el equipo, es la de estar sin rumbo, sin ideas y sin personalidad. Para destituir a un técnico la sensación que debe dejar es que el entrenador no maneja, ni controla la nave.Para destituir al entrenador al entrenador del Villarreal, los síntomas deben ser claros, evidentes y sobre todo peligrosos. Y viendo lo de este domingo pasado, los síntomas que dejaba el Villarreal eran claros, evidentes y peligrosos. Ya que la peor sensación que puedes dar es la de que no puedes, que  no sabes como y eres impotente. Y el Villarreal de Valverde dio sensación de no saber como, de no encontrar una idea, un camino desde el principio. Y lo que es más preocupante de todo, es que los que tenían que cambiar el rumbo,  si  a unos se les  veía ya  desesperados (los futbolistas), al entrenador todavía se le veía mucho más perdido.

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